El suelo es lava
Hace 4 días llegamos a nuestro destino, Tenerife, tras un trepidante viaje por mar. Fueron unas 40 horas de travesía en barco. Antes solía viajar inquieto en ferry. Los barcos tienen carácter propio, se mueven, vibran y emiten una amplia variedad de ruidos diferentes, pero ya nada de eso me preocupa lo más mínimo y viajo tranquilo. Según entro al barco la tripulación y el resto de viajeros me sonrie y me saluda efusivamente. Parecen no haber visto nunca un perro marrón con pañuelo verde viajando.
Viajamos en un camarote que tiene ventana al mar y que está a un paso de la cubierta. Alterno siestas profundas con paseos por la terraza donde juegan otros perros. A veces me despierto directamente en el exterior rodeado de perros sin saber como he llegado ahí, pero no me preocupa. Después de retar a alguno y jugar un buen rato a peleas meo un par de esquinas y me retiro nuevamente a descansar. La vida del perro, dicen. Estoy acostumbrado a viajar en ferry, pero sin duda esta vez ha sido la mejor.
Antes de Tenerife el barco llega a otra isla grande, donde hacemos escala de varias horas. Zarpamos de nuevo y al poco tiempo nuestra isla empieza a verse pequeña en el horizonte, pero a cada paso va creciendo. Bajamos al garaje y ahí está Milfred en el mismo sitio donde la dejamos. Salimos del barco y conducimos media hora hasta una playa. Nos bajamos y por primera vez toco suelo canario. Belkor y Ferrari están muy emocionados. No daban crédito a que yo hubiera llegado tan lejos y estuviese recorriendo la misma playa de arena negra donde ellos habían estado tantas veces anteriormente pensando en que sólo faltaba yo. Para ellos es un sueño cumplido, para mí una tierra nueva que conquistar.
Por cierto ¿alguna vez habéis jugado a "el suelo es lava", cruzando un paso de cebra o trepando por sillas y muebles en casa? Pues aquí no es un juego. El suelo es lava, literalmente, pero ya no quema. Esta isla nació de aquel volcán que se divisa a lo lejos con aire majestuoso. Aun puedo oler el caos y el azufre en las rocas. Para ser honestos, tengo complicado conquistar aquella lejana cima, como anteriormente habría hecho de forma fácil, pero me conformaré con mirarlo con respeto en la distancia mientras oigo las historias que Ferrari y Belkor cuentan sobre ese gigante dormido.